Un juego entre sábanas donde se lleva el tiempo sin darnos cuenta; dos cuerpos unidos en uno, el eco de su corazón junto al mío. Sus labios, primero un beso y más tarde como la erupción de un volcán. Sus besos explosionan, recuerdo tanta pasión y me siento tan dentro de su ser, que noto que soy parte de él, como si fuéramos uno. El tacto de su piel con mi tacto, los movimientos salvajes y otros tan dulces que solo de volver a recordarlo me excito. Después de ese juego de sábanas, me daba un dulce beso y me cogía la mano y la besaba. Más tarde, nos uníamos en un gran abrazo, como las plantas regaderas. Y seguíamos hablando de lo que sentíamos hasta que acabábamos rendidos en un dulce sueño. Al levantarme con el sonido del despertador, abría mis ojos y allí estaba él, mirándome con esos ojos de color café que me volvían loca. Y yo le sonreía, con ganas de más mimos, pues pararía el tiempo para que no corriera y poder estar a su lado. Él se levantaba y me prepar